El esperpéntico espectáculo no paró de ser fotografiado por los viandantes durante la mañana, quienes en su afán de constatar los destrozos entorpecían la labor de los 15 operarios de Emulsa que, ayudados de seis máquinas barredoras, se afanaban en retirar la arena que inundaba el paseo y apilar piezas desprendidas, mientras la Policía Local acotaba algunos espacios peligrosos (como la escalera 3, donde hay un importante socavón a ras de playa) y cortaba momentáneamente la circulación en todo Rufo García Rendueles.

La bajamar de media mañana dejó también abundante basura en el arenal, como un tronco de unos veinte metros frente a la escalera 12, latas, maleza y plásticos. El aspecto general de la playa de Gijón era dantesco, especialmente entre las escaleras 6 y 10, donde la fuerza de las olas causó los destrozos más graves.

El operativo especial de Emulsa tuvo que recoger tapas de alcantarilla y papeleras de la calzada de Rufo García Rendueles y Ezcurdia, así como limpiar la abundante arena y piedras que arrastraron las olas hasta calles como La Playa, Emilio Tuya y Menéndez Pelayo, a la altura del Parque de la Fábrica de Gas. Uno de los botaolas arrancados, las piedras de caliza negra sobre las que se agarra la barandilla del Muro y que pesan del orden de 500 kilos, fue lanzado hasta el carril bici.

La furia del oleaje también dejó su devastadora huella en las escalera 19, donde una farola y la pesada de base mármol que la sustenta aparecieron fragmentados en tres trozos, frente a las terrazas del Pery. Los daños del temporal se extendieron por todo el paseo y dejaron su muesca también en la escalera 23, en la zona de El Rinconín, donde una de las duchas fue arrancada. L a pleamar de las seis de la mañana también dejó un rosario de desperfectos en el Club de Regatas. Las olas rompieron varias ventanas y puertas, se colaron en la cocina, e inundaron las máquinas de depuración de la piscina de la entidad privada, que estaba vacía para ser limpiada, y amaneció rebosante de agua marina. El rugiente Cantábrico también se llevó piraguas y remos de l club.

En la caseta de salvamento de la 12 parece que no se produjeron daños en el armazón de acero y aluminio, aunque el temporal sí arrasó buena parte de la carpintería y habitáculos como el baño de los socorristas y la sala donde se practican las curas a los bañistas.

En El Musel se rompieron las estachas (cabos) de los barcos atracados en los muelles del Ingeniero Moliner y de La Osa, pero sin mayores consecuencias. Y en Marina Yates, en el dique de abrigo, algunas de las piedras de escollera fueron lanzadas a tierra por el fuete oleaje. En el restaurante Auga (antiguo El Puerto), dentro del puerto deportivo, la mar reventó el suelo del establecimiento hostelero ocasionando importantes daños. Sus propietarios se verán obligados por este motivo a tenerlo cerrado al menos durante diez días.