«El viernes empecé a notar que no comía y que estaba enfermo, lo llevé al veterinario y me dijeron que probablemente tuviese una gastroenteritis, pero el domingo por la mañana vomitó un alfiler, así que nos asustamos y los llevamos de urgencia a la clínica», relata Sara Kane Domínguez. Una placa confirmó los peores presagios: tenía el estómago lleno de alfileres. Por suerte, ninguna de ellas se le había clavado ni en el esófago ni en el estómago.
Sin embargo, el débil estado de salud de Miki, que no ha comido ni bebido en los últimos cinco días, imposibilitó que fuese operado de urgencia. Ayer permaneció todo el día ingresado para enmendar la deshidratación que padece y poder así intevenirlo.
Al disgusto por no saber qué futuro le depara al cachorro, se suma el elevado coste del tratamiento. «Nos dijeron que nos costará más de 700 euros. Mi familia y mis amigos me han dicho que me ayudarán, pero es mucho dinero...», lamenta la joven, que desconoce si hay más perros afectados que pudiesen haber comido carne manipulada.
Hace apenas dos semanas aparecían trozos de salchicha repletos de clavos en los bajos de las torres de Sedes. De lo ocurrido se percató la dueña de un perro que corrió mejor suerte y escupió el hierro antes de tragarlo. Además, otro can murió la semana pasada tras comer veneno en el parque de El Lauredal. Malos tiempos para las mascotas.